Los pobrecitos castellanos
no pueden seguir nuestro acento.
Les cuesta entender cómo hablamos,
necesitan ir más lento.
Los perros que los subtitulen,
hay quien pide abiertamente,
eso mismo a mí me ocurre
con la jerga de Gürtel
de mi señor presidente.
Por fin
nuestro verbo es un grito.
Se acabó
el actor de Andalucía,
ya no es tu camarero,
gitano quitamierdas
o el tonto de toa la via.
Si la palabra
fuera la clave,
la mía sería la lengua madre.
El alfabeto de los fenicios,
ese tartesio de voz de pla…
de voz de plata.
La luna mora,
el latín grabao en el cuerpo,
el romance de los pueblos,
la escritura turdetana
desde el monte hasta la playa.
Es un dialecto
adaptado al día a día
se llama sabiduría
en continua evolución.
Mil y un vocablos
reducidos a lo concreto.
Que no hablamos malamente,
hablamos mucho más tiempo.
No eches peste amigo mío,
que tu idioma sigue vivo
por paletos como yo.
Cómo es posible
que no me entiendas
si tu memoria está escrita en el sur.
Pregúntate que ya es hora
si el inculto no eres tú,
si el inculto no eres tú.